El Señor es el Espíritu

Descripción

El día de Pentecostés marcó un punto de inflexión en las vidas de los Apóstoles, pues la ‘Fuerza de lo alto’ los cubrió con su sombra, les abrió el entendimiento, regeneró cada célula de sus corazones incircuncisos, de forma que pudieron poner en práctica todo cuanto el Señor les había ordenado. Ese día fueron hombres nuevos, libres de temor, ungidos para la vida. El Espíritu de la Promesa hizo realidad lo imposible: les dio acceso a la naturaleza del Hijo de Dios. A partir de entonces, poseen sus mismos sentimientos y pueden confesar como Pablo: «No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20). Ese Espíritu es el Señor, presente y actuante en la vida de la Iglesia. Con él nace una nueva forma de existencia: «Es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo» (2Co 5,17).